De cuándo los recuerdos me hacen cosquillas.
Cosquillitas buenas de esas que suben por la espalda y para cuando te has dado cuenta ya te han calado los huesos y no hay vuelta atrás.
Ahora te pondrás a pensar cuándo pasó. En qué momento de qué día me acariciaste la espalda y cómo y cuánto lo guardé aún sin yo querer.
Pero déjate, que no hace falta hacer memoria; no fue un día concreto y tal vez no seas tu el recuerdo ni las cosquillas y sabes que las caricias-cosquillas —como los recuerdos— me pasan y las dejo ir y venir sin toque de queda. Bien es cierto que a veces me hacen ellas a mi y en lugar de dejarlas me dejo.
Lenove
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